Un hermano que se acababa de convertir oraba en la mañana en una de las bancas de la iglesia, pero en la banqueta de la calle se encontraban varios muchachos que conversaban en voz alta y el hermano se distraía y no podía orar, por lo que empezó a orar en voz fuerte y decía: "¡Señor, reprende a ésos batos que no me dejan orar, Señor, reprende a ésos batos que no me dejan orar, Señor, reprende a éstos batos que no me dejan orar!". El pastor que en ésos momentos pasaba por donde se encontraba postrado el hermano al escuchar su oración le dijo: “Oye hermano no ores así, porque se oye gacho". S.H., Veracruz, México
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