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domingo, 18 de julio de 2010

Como Amar A Las Personas Que Me Han Herido?




Escrito por John S. Powers

Piense en estos cuatro principios de relaciones

1.- Enfóquese en ser más bien vertical que horizontal.Asegúrese de que su caminar con el Señor le lleva a ser mejor, no peor a lo largo de la lucha. Ya sea que nos demos cuenta o no, sentirse herido es el lugar donde echa raíz la amargura en un corazón que, por lo demás, suele ser fértil. El escritor de Hebreos nos advierte que cualquiera puede esperar “estorbos” de alguna “raíz de amargura”. Además, “y por ella muchos sean contaminados” (He. 12.15).
- *Enfóquese en la firmeza del Señor, no en personas volubles.
- *Elija ver la sonrisa de Dios en vez de rostros enojados.
- *Concéntrese en la majestad de nuestro Dios, no es los líos en los que otros se meten.
- *El amar a las personas fluye de una relación amorosa y sólida con el Señor.
2.- Sea el primero en perdonar.Amar a las personas también significa perdonarlas con frecuencia e infinitamente. Perdonar no es algo electivo en el currículum de la vida. Es un curso requerido, y las pruebas son siempre difíciles de pasar. El término perdonar significa “soltar” (vea Mt. 18.21-35).
Cuando alguien nos hiere, él o ella tiene una deuda con nosotros. El perdón dice: “Le libero de esta deuda. Está libre”. Pastor, así como Dios en Cristo nos perdona todas nuestras deudas, usted puede perdonarles a otros todo. ¿Por qué? Porque Cristo no enseñó en esta parábola que fallar en persona significa “[ser entregado] a los verdugos” (Mt. 18.34).
En otras palabras, aquel que rehúsa perdonar, el creyente que acumula los rencores y la amargura hacia otros, se verá entregado en su interior a pensamientos torturantes, a ataques de sufrimiento y a una intranquilidad agonizante. Pastor, confíe en mí cuando le digo, esa es una forma horrible de vivir.
Si su corazón está saturado de enojo, odio y amargura, usted será una víctima de su propio veneno. Perdonar significa liberar a un prisionero, ¡y ese prisionero es usted!
3.- Encuentre puntos en común con aquellos que le han herido.Es una respuesta natural de parte de un ministro en conflicto querer huir y esconderse para no lidiar con experiencias dolorosas. De forma que se trasladan para ministrar en el siguiente pueblo o en el siguiente estado en la esperanza de que el conflicto quede a sus espaldas para siempre. Pero los recordatorios de conflictos no resueltos van a estar presentes en todas partes.
Por ejemplo, si usted tuvo un conflicto con un hombre llamado Roberto en la anterior iglesia, todo hombre que se llame Roberto se convertirá en sospechoso en el futuro. Quizá no es el nombre, sino las acciones, los comportamientos, los estilos de vida y las vocaciones. Incluso el olor de las lociones para después de afeitado o los perfumes tienen su manera de recordarnos las heridas del pasado.
Esa es una de las razones por las que tratar de resolver los problemas es mucho mejor que huir de ellos. Evitar personas difíciles nos provee de un alivio temporal del estrés y de las presiones del ministerio; pero si usted falla en aprender de sus problemas, está condenado a repetirlos. Un pastor sabio va a permanecer en medio del conflicto para al menos aprender cómo no volver a repetirlo, si es que no hay una razón mejor.
- *Encuentre puntos en común con los que está en conflicto.
- *Recuérdese a sí mismo la relación que tiene en Cristo Jesús.
- *Determine sus metas y objetivos para el ministerio.
- *Regrese a las cosas en común que tenían antes del conflicto.
Quizá encuentre la razón por la que amaba a estas personas desde el principio.
4.- Elija amar a las persona a pesar de sus opiniones.Cómo nos enseña Gálatas 2:20, muera a su yo, y vida en Cristo. Muera a las críticas de las personas así como también a sus elogios. Amar a las personas significa eso. Es incondicional y dispuesto al sacrificio. Es duro mientras nos sentimos heridos; sin embargo, lo que otros digan no va a cambiar cómo nos sentimos acerca de ellos. El amor es una elección, ¡decida amar!

Mi amado compañero pastor, me gustaría que el dolor no fuera parte del ministerio, pero lo es. Cuando surgen las diferencias frente a usted, recuerde estos dos últimos pensamientos: 
Si el conflicto es entre un principio y una persona, elija el principio. Sin embargo, si es entre política o una persona, elija la persona en todo momento. Las relaciones entre los hijos de Dios pueden ser el aspecto más gratificante del ministerio. Continúe amando a las personas en la manera en que Cristo las ama.

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